Amad al prójimo como yo os he amado

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martes, 16 de diciembre de 2014

Artículo de El Correo de Pablo Pineda, un ejemplo de Samaritano que lucha por los derechos de los "DI-CAPACITADOS"

"Que no nos sobreprotejan, somos personas con opinión sobre la vida"


Pablo Pineda posa en un balcón del centro de Donostia.
Pablo Pineda posa en un balcón del centro de Donostia. / M.FRAILE

  • PABLO PINEDA, Pablo Pineda, Conferenciante y primer licenciado europeo con síndrome de Down, asegura que la gente "no se da cuenta de que queremos y podemos ocupar un lugar en la sociedad"








Pablo Pineda (Málaga, 1974) fue el primer licenciado universitario de Europa con síndrome de Down. Se sacó la carrera de Magisterio y en la actualidad le faltan cuatro asignaturas para terminar Psicopedagogía. No obstante, muchos le recordarán por su papel en la película 'Yo también', por el cual ganó la Concha de Plata como mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián en 2009. No ejerce como profesor "porque la ley no me deja", y su faceta como actor quedó atrás porque ahora tiene "otras cosas más importantes que hacer". Entre ellas, luchar "contra los prejuicios y estereotipos" que la sociedad tiene con respecto a los discapacitados intelectuales. Lo hace a través de conferencias donde comparte su historia de superación para demostrar que se pueden romper las barreras de la discapacidad.
- ¿Es usted buen conferenciante?
- Me gusta estar con la gente, hablar, sensibilizar y contar lo importante que es para nosotros el hecho de tener un trabajo, de poder aportar algo a la sociedad.
- De esto usted sabe mucho.
- Y eso es lo que cuento. Mis distintas facetas profesionales, mi experiencia como actor... Para que se den cuenta de que un síndrome de Down puede trabajar como cualquier otra persona.
- ¿Y por qué la sociedad no se da cuenta de que eso puede ser así?
- Es difícil porque siguen existiendo esos estereotipos, esos prejuicios, esos miedos al diferente en general. No se dan cuenta de que existimos y de que queremos ocupar un hueco en la sociedad. Hay que seguir luchando.
- Usted es un buen ejemplo de que es posible.
- Sí, soy ejemplo de que el que quiere puede. Esto es una cuestión de constancia, no es flor de un día. Hay que ir regándola hasta que la planta de la inclusión vaya creciendo.
- ¿Se están dando pasos?
– Se va cambiando. Solo el interés que han tenido las charlas que he ofrecido en Zumarraga y Olaberria ya me satisface. El hecho de que esas personas me escuchen y se vayan pensando a casa, que lo compartan... Eso es un caldo de cultivo positivo.
- Quizá muchos piensen que su caso es único, que no se puede repetir.
- Cada caso es único. Yo he hecho lo que he escogido. Hay gente que elige otra cosa y es igual de respetable. Lo importante al final es que el síndrome de Down pueda elegir, sea lo más feliz posible y que se desarrolle al máximo. Y eso solo se consigue estimulando, educando y, en el caso de los padres, creyendo y confiando en el hijo.
- ¿Ha sido el apoyo de sus padres lo que más le ha ayudado?
- Sí. Los padres deben tener claro que no nos deben tratar como si fuéramos niños. Que no nos sobreprotejan tanto porque es altamente perjudicial. Nos deben considerar como personas inteligentes, con un criterio y una opinión sobre la vida. Hay que acabar con el excesivo paternalismo.
- ¿Quién pone más límites?
- Todos ponen límites. Los padres, la propia sociedad, los profesores cuando dicen que el niño no puede aprender. Todo eso son barreras que impiden el desarrollo. También en un ámbito tan importante como el afectivo.
- ¿Cómo les afecta este último aspecto?
- Nos afecta y mucho. Cuando eres niño menos, pero cuando llega la adolescencia y sientes la curiosidad por las chicas... Ahí llega un momento en el que la sociedad se rebela contra tus propias necesidades. No se dan cuenta de que tenemos necesidades sexuales o afectivas como cualquier persona. Y los síndrome de Down más porque somos personas muy afectivas, con mucha capacidad para amar y querer. Esas necesidades la gente no las ve, se piensan que somos como un montón de piedras con pelos. Pero somos de carne y hueso, y tenemos corazón. - Buscando en el interior de las personas.- ¿Cómo puede cambiar eso?
- ¿Ha llegado a conectar con alguna persona de esa manera?
- No. Y me gustaría. Yo me fijo en chicas muy especiales, con una sensibilidad grande. Porque, si no, no puede haber nada. Ven la discapacidad con otros ojos y eso es fundamental, que te vean como una persona que te puede conquistar, que te puede enamorar.
- ¿Qué otros retos tiene pendientes?
- Me gustaría ser profesor, pero es complicado porque la ley no te ampara. No permite que una persona con discapacidad intelectual pueda ser funcionarios del Estado. Me encantan los niños y tengo ese don. Me han dejado estudiar durante años y años una carrera para luego no dejarme ejercerla. Creo que es una injusticia grandísima que tenemos que batallar. Porque por una discapacidad psíquica no podemos enseñar a niños. Y también por el miedo de algunos padres que piensan que no somos capaces.
- ¿En qué tipo de sociedad cree que estamos?
- En una muy agresiva. Muy intolerante con el que piensa o siente diferente. Es una sociedad demasiado competitiva y poco reflexiva.
-¿Cuál ha sido el peor momento de su vida?
- Han sido los menos. El peor fue en segundo de BUP. Lo recordaré siempre, igual que los mejores. Los chicos de aquel curso no me hacían caso, me ninguneaban, me sentía impotente y esa sensación era horrible. No saber qué hacer, qué decir, cómo reaccionar. Me lo guardé para mí solo... Estuve tentado de tirar la toalla.
- ¿Qué le llevó a no hacerlo?
- Mi autoestima. Mirar atrás, ver todo lo que había hecho y preguntarme: ¿voy a tirarlo por la borda por una pandilla de mentecatos? De eso nada, yo quiero seguir adelante, haciendo cosas. Y mira por donde, lo he hecho. Ahora esos chicos, que serán cuarentones como yo, se darán cuenta de lo torpes que fueron.
- ¿Y cuál recuerda como el mejor?
- Mejores hay varios. La Concha de Plata fue uno de ellos, sin duda. Además muy inesperado. No te esperas que a una persona que no es actor de oficio le surja una oportunidad de hacer una película, que luego resulte premiada en un festival como el de San Sebastián. Y encima que te nominen como mejor actor y te metan en la terna con Ricardo Darín o Robert Duval, ya te quedas muerto. Fue posible, lo gané. Y encima fui nominado también a los Goya. Fue alucinante.
- ¿Qué ha sido del Pablo Pineda actor?
- Lo he dejado definitivamente. Porque el Pablo actor estuvo bien, pero no es el que yo quiero.
- ¿Y cuál es el que usted quiere?
- Es el Pablo Pineda que está en la zanja. El Pablo concienciador y sensibilizador es el más importante, porque como actor te dan premios y alabanzas, y eso está bien para un momento pero para toda la vida no.
- ¿Usted se ha convertido en un referente para muchos?
- No me ha quedado otra. Pero en realidad no tengo más mérito que otros. Solo el de hacer normal lo que la sociedad todavía no ve como natural.

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